Nota de Opinión: Por Rubén Millacura
Estamos en el año 2020 y sigo viendo como hay cosas de las que no se hablan. Es que parece que a ciertas ilegitimidades depende de quién las haya cometido podemos hablar o no. Se habla mucho de las heroicas aventuras de inmigrantes sirios, libaneses, o como desde chico escuché decir “los turcos “.
Seguramente llegaron en busca de nuevas tierras y escapando de las miserias que atravesaban sus países en esos tiempos, y que bueno que hayan encontrado aquí un nuevo cielo para hacer raíces. La mayoría habrán obtenidos bienes honestamente y eso está perfecto, sobre eso no hay nada de malo. De hecho, han sido también inmigrantes los que con sus trabajos han aportado al desarrollo de una nación, a tal punto que en nuestra a Línea Sur sus apellidos se entremezclan con los nuestros, (los apellidos mapuches ) y de ahí viene la cosa…
Es que nos ponemos un poco hipócritas o cautelosos, en el afán de no ofender, ocultando ciertas injusticias del pasado, porque sus descendientes están entre nosotros. Muchos de ellos son vecinos, amigos, familiares. En localidades como Los Menucos y Maquinchao ocupan importantes cargos políticos, son concejales, intendentes, nos gobiernan y hasta son patrones de los mismos descendientes de los despojados.
Entonces, ya nos metemos indirectamente con un alto porcentaje de la ciudadanía. Y ahí, es donde nos permitimos el NO hablar de “aquellos” personajes nefastos que – con audacia y astucia para los negocios -se aprovecharon de la vulnerabilidad de nuestra gente originaria, tomando posición territorial de manera engañosa en la basta región sur, de manera cuestionable.
Es así que, muchos bisabuelos y abuelos que tenían su pedazo de tierra para subsistir, fueron despojados por el bolichero “turco” con quién estaban endeudados de una manera u otra. La situación los obligó a emigrar a la ciudad y abandonar los campos.
Llegaron los alambrados y la intrusión del usurpador con el tiempo dejó de ser tenida en cuenta y como somos respetuosos, a los intrusos le seguimos llamando “señor” o”don”.
Rubén Darío Millacura, nieto del poblador Adrián Millacura de paraje de Cerro Abanico que en la década de setenta fue despojado de la mitad de la tierra que ocupaba por un “señor “.
“En honor a nuestros antepasados conservaremos estas tierras“.